FRANCISCO JAVIER GARCÍA FERNÁNDEZ
En primer lugar y al inicio de la lectura de este pregón, que espero y deseo no resulte excesivamente aburrido para el personal aquí presente, quiero daros muy buenas tardes a todos. Cuando digo a todos es absolutamente a todos y cada uno de vosotros, tanto a los que sois vecinos de Santa Bárbara de toda la vida, como para aquellos que sea la primera vez que visitan este hermoso valle y sus inigualables fiestas, porque aquí nadie se siente extraño, y menos aún durante las ya centenarias fiestas de El Pote.
Cuando hace unos meses, la verdad es que muchos pues en principio yo iba a ser el pregonero del año pasado pero por motivos personales como fue el matrimonio con una bella señora aquí presente no pudo ser. Como decía, cuando hace unos meses miembros de la Sociedad de Festejos me encargaron la tarea de ser el pregonero, la verdad, lo primero que sentí fue un orgullo tremendo, puesto que para cualquier persona, como es mi caso, que nació y vivió durante toda su vida en Santa Bárbara, ser el pregonero de las fiestas del Pote es, sin duda, un motivo que llena de orgullo y de alegría. Pero, pasadas esas primeras sensaciones en las que me sentía francamente orgulloso, y una vez que me encamino a la tarea de preparar este pregón, empiezan los problemas: la cosa no es tan fácil como parecía y redactar el pregón me plantea serios quebraderos de cabeza. Y ahora, pensaba, ¿qué hago yo para solucionar este lío y tratar de salir medianamente airoso del trance en que me encuentro? ¿Qué hacer para no impresionar con mi torpeza a todos vosotros? La primera idea que a uno se le viene a la cabeza es consultar los pregones de años anteriores intentando buscar esa idea y esos datos que me saquen del atolladero en el que me encuentro, pero...el remedio fue, sin lugar a dudas, peor que la enfermedad, y una vez leídos los pregones anteriores lo único que conseguí obtener fue una angustia y un complejo de inferioridad insuperables: mis predecesores, sin duda, disponía de muchos más datos y más memoria que yo. Las opciones que me quedaban sólo eran dos: la primera buscar datos y más datos de carácter histórico sobre la fiesta y el Valle y la segunda olvidarme de contar historias, cifras y similares, y contar simplemente mis sensaciones y recuerdos, hacer un pregón con el corazón y no con la cabeza y tratar de lograr que no me sacarais de aquí a gorrazos por ser un pelma de mucho cuidado, y no pasar a la historia de la fiesta con el dudoso honor de ser el pregonero más insufrible de cuantos han pasado por esta fiesta con más de cien años de historia. Intentaré por todos los medios que esto último no ocurra.
Tratando de buscar el primer recuerdo que yo guardo de las fiesta de El Pote, lo primero que me viene a la cabeza son mis abuelos maternos, para mí dos personas inolvidables y entrañables, y a los que quiero aquí y ahora recordar, porque, aunque ya no se encuentran entre nosotros, nadie muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde. De ellos aprendí muchas cosas, y una de ellas fue sin duda el amor por este Valle y por estas fiestas. Esos primeros recuerdos vienen asociados a luces, caballitos, chucherías y regalos, a carreras por el prau de la fiesta, a subir a la fiesta de la mano de mis abuelos y de mis padres, aunque yo prefería subir con los abuelos porque ya sabéis que estos siempre consienten un poco más. Y veníamos tanto si llovía como si no llovía, porque El Pote era, es y seguirá siendo El Pote y no se podía faltar. Como solemos decir aquí durante las fiestas: y si llueve...¡qué llueva! Más de una vez estuvo el Santo Patrono, San Bartolomé para más señas, seriamente amenazado de ser enviado al río que se encuentra aquí cercano, por premiar a la fiesta con más agua de la que debiera. Pero aquí cumplimos a rajatabla el dicho de: a mal tiempo buena cara, y el agua lejos de ser un obstáculo para la fiesta pasó a ser un aliciente más de la misma, y los barrizales de El Pote son hoy en día famosos en el mundo entero. No existe juerguista que se precie, que no presuma de haber pasado un lunes de El Pote bailando con barro hasta los ojos.
La fiestas de El Pote para mí en estos primeros años de los que yo guardo recuerdos, eran unas fechas inolvidables, algo así como el día de Reyes o de Navidad, era una fecha de referencia a lo largo del año que yo esperaba con auténtica impaciencia. Eran días de mucho ajetreo en casa, con mi madre cocinando como para una boda, días en los que trasnochabas más de la cuenta, la paga de la semana era un poco mejor de lo normal, la casa se llenaba de amigos y familiares y todos estaban como muy contentos. En resumen eran días especiales, días de fiesta en el más amplio sentido de la palabra.Pasados los años ya dejé de subir, digo subir porque donde yo nací y viví hasta hace muy poco tiempo queda un poco más debajo de donde nos encontramos ahora, concretamente en el Llaniquín, un lugar, todo hay que decirlo, que no se distingue por su espectacular belleza pero que para mí, como podréis comprender, es un lugar entrañable. Como alguien dijo un día no hay tierra buena ni mala, no hay más tierra que la de uno. Pasados los años, como decía, dejé de subir con mis padres y abuelos para venir con mis amigos, que con el paso de los años son, y espero que sigan así para siempre, amigos en el más amplio y noble significado de la palabra. Parece mentira que aquellas amistades de guajes se hayan convertido después de tanto tiempo en algo tan fuerte y duradero, como dice el dicho: “quien tiene un amigo tiene un tesoro”, y no hay verdad más verdadera.
Aquellos años en los que disfrutas de las fiestas con tus amigos, son los años de los primeros cigarros detrás del kiosko de la música en el prau de la fiesta, de los primeros cubatas a escondidas en alguno de los rincones de los bares, de los primeros bailes y miradas furtivas; y si había suerte y la noche se daba bien, quizás el premio fuera un paseo con alguna bella señorita por los aledaños del prau de la fiesta. Eso sí siempre con el mayor recato y educación posibles, que aquí para eso siempre fuimos, y somos, muy caballeros.
También me tocó disfrutar de la fiesta desde el otro lado de la barrera, es decir, trabajando en los bares del prau. No puedo decir que fuera una experiencia desagradable, ni mucho menos, era la manera de ganar un dinero que en aquel momento (y ahora también) nos venía de maravilla y además significaban los primeros cuartos que uno se ganaba con el sudor de su frente, y eso siempre motiva mucho. Pero dicho esto debo señalar que me sigo encontrando mucho mejor al otro lado de la barra.
Y así año tras año hasta hoy he venido disfrutando de las fiestas de El Pote, viendo cómo cada año las fiestas mejoraban tanto en calidad de las actuaciones, como en la organización de las mismas, como en la afluencia de gente, en fin, mejoraban en todo. De esto, sin ninguna duda, tiene una gran parte de culpa la actual Junta Directiva que se encarga de la organización de la Fiesta. Hombres y mujeres que trabajan durante todo el año para que todos nosotros podamos disfrutar de unos días de fiesta, tratando cada año de superar el listón del año anterior (aunque cada vez lo tienen más complicado) y haciendo de estas fiestas las mejores fiestas de prau, y si me apuráis un poco de las que no son de prau también. Cuando en lugares muy cercanos a nosotros algunas de las fiestas por desgracia tienden a desaparecer, la nuestra se ha ido consolidando y convirtiendo en una cita de obligado cumplimiento en el calendario festivo del Valle. ¡Qué digo del Valle!, de Asturias entera.
Sin embargo todo este desarrollo espectacular de la Fiesta no se ha visto acompañado en la misma medida de un desarrollo del Valle de Santa Bárbara. Muy al contrario, siguieron caminos diametralmente opuestos. A medida que la fiesta se consolidaba y engrandecía, Santa Bárbara se iba haciendo más pequeña y triste. Cada vez más gente tenía que abandonar esta zona, eso sí físicamente pues con el corazón no se abandona nunca, y la despoblación se iba haciendo cada vez mayor. Sólo un dato para constatar esta triste realidad: en el año 1978 había 1787 vecinos en Santa Bárbara, poco más de veinte años más tarde sólo queda 732. Los factores que influyeron en esta paulatina despoblación y progresiva crisis en la que se sumió el Valle de Santa Bárbara desde finales de los años setenta, es consecuencia directa de la crisis económica que sufrió Asturias, y que por desgracia todavía sufre, en el mismo periodo debido a la pérdida de valor del carbón. El carbón, ese mineral que había dado luz y esplendor a Asturias durante más de un siglo se convertía así, paradojas de la vida, en el principal causante de la más brutal y devastadora crisis sufrida por esta tierra durante el último siglo.
Santa Bárbara no podía permanecer ajena a esa crisis, enclavada como está en el corazón del Valle minero del Nalón. Fue arrastrada hacia la misma, igual que otros muchos pueblos de Asturias. La minería había dejado de ser la solución de todos los problemas y símbolo de la riqueza y prosperidad. Los jóvenes dejaron de ver a la minería y por tanto a su principal exponente HUNOSA como principal solución a sus expectativas laborales. Aunque pareciera imposible la empresa HUNOSA había dejado de necesitar jóvenes para trabajar en las entrañas de la tierra. La mina ya no solucionaría el futuro laboral de los jóvenes del Valle, como lo había estado haciendo durante muchos años. Yo mismo, y me considero relativamente joven, en mi propia casa siempre oía contar la misma cantinela: “tú estudia que si no , ya sabes a trabajar a la mina”. Hay que ver cómo cambian las cosas, y pensar que hoy en día es una lotería el poder disfrutar de uno de los escasos puestos de trabajo, que muy de cuando en cuando, a modo de pequeña limosna, ofrece la agonizante empresa minera.
Pero sin embargo en medio de un panorama tan oscuro y triste empezamos a vislumbrar, aunque todavía muy a lo lejos, un poco de luz al final de este oscuro túnel en que se ha convertido Asturias (o quizás la han convertido algunos). Y os preguntaréis de dónde saco yo razones para empezar a ver la luz, pues os lo voy a contar.
Poco a poco los jóvenes asturianos, y por supuesto también los de Santa Bárbara aunque cada vez quedan menos, se han dado cuenta de que el mundo no se termina en el carbón, que aquí hay muchas más cosas que el antiguamente llamado oro negro, que esta tierra ofrece una variedad de posibilidades y de riquezas que la hacen poder seguir viviendo al margen de la industria minera, o por lo menos sin una dependencia exclusiva de la misma. La principal riqueza de una sociedad en general, y de Asturias y de esta zona en particular, es, a mi juicio, el capital humano.
Nos encontramos, sin ningún género de dudas, con la generación más preparada académicamente de todas cuantas hayan pisado esta tierra. Si hace unos años era algo excepcional que los jóvenes estudiaran carreras universitarias, hoy se ha convertido en algo absolutamente normal. Alguno estará pensando que para lo que sirve es mejor no estudiar, yo creo que se equivocan muy gravemente, los estudios tarde o temprano seguro que te acaban ayudando, y una cosa es segura: nunca te perjudicarán. Yo recuerdo un consejo que siempre me contaba mi padre cuando yo era estudiante: “tú primero estudia, aunque luego tengas que trabajar de lo que sea, que siempre tendrás posibilidad de mejorar, pero si no estudias ya sabes lo que te queda trabajar toda la vida en la mina como yo”. Y que conste que me siento muy orgulloso de mi padre, pues con su trabajo penoso y triste como otros tantos padres, consiguió sacar a su familia adelante y darles una educación a sus hijos, lo cual no es poco.
Esta nueva generación se encuentra suficientemente preparada para afrontar los problemas derivados de la cruel reestructuración industrial del Valle, y afrontar los nuevos tiempos con ilusión e iniciativa. Esta es para mí la clave: la iniciativa. Debemos acostumbrarnos a asumir retos empresariales y profesionales, adoptar iniciativas, ser imaginativos y si el carbón dejó de ser la alternativa laboral, pues busquemos otros horizontes dónde poder demostrar nuestra valía. Las nuevas tecnologías, el sector turístico, los servicios sociales, la tercera edad, etc. Son todos ellos viveros de empleo donde quizás se encuentren algunas de las salidas de este oscuro túnel. No somos menos que nadie, si durante años fuimos capaces de arrancarle a la tierra desde sus entrañas uno de sus más preciados tesoros, ¿de qué no seremos nosotros capaces? No somos los primeros ni seremos los últimos que nos enfrentamos a problemas de reindustrialización, tenemos que seguir adelante, nunca lamentarnos y mirar hacia atrás. Además contamos con la ayuda que nos proporciona la Unión Europea y otros organismos oficiales, pero esto es un arma de doble filo: si no aprovechamos de forma correcta este caudal de dinero que ahora nos conceden dentro de poco no habrá dinero ni habremos aprovechado el mismo. Habremos perdido una oportunidad histórica de reconvertir esta zona y superar la grave crisis industrial. Es una tarea en la que nos debemos involucrar todos, desde los gobernantes hasta el último de los vecinos. No debemos olvidar un refrán que dice que quien no llora no mama. A buen entendedor pocas palabras bastan.
Un poco al hilo de todo esto, quiero hacer mención al resurgimiento de la Asociación de Vecinos de la Unidad de Santa Bárbara. Supongo que alguno de vosotros la recordaréis. Fue creada a finales de los años 70 como consecuencia del movimiento asociacionista que se vivía en España en aquellos tiempos. Permaneció activa hasta mediados de los años 80, en los que fruto de una serie de circunstancias, la más importante la despoblación, dejó de funcionar como tal asociación aunque nunca dejó legalmente de existir, pero sin realizar ningún tipo de actividad. Y así permaneció hasta hace unos pocos meses, en los que como consecuencia de la iniciativa de una serie de jóvenes de Santa Bárbara, entre los que me encuentro, decidimos que algo había que hacer y había que intentar revitalizar el Valle aprovechando el aluvión de millones que Europa nos manda para las zonas mineras (y no olvidemos que enseguida cerrarán el grifo), y que en esta zona apenas se dejaban notar, o no se notaban lo suficiente. Sin ningún tipo de ideología, y sin cerrar sus puertas absolutamente a nadie, esta asociación sólo pretende aprovechar los recursos que ofrece el Valle, como son sus fuentes, sus molinos (por cierto uno de ellos restaurado en Veró por los vecinos y que es una maravilla), los bosques para los que existe el proyecto de crear una reserva natural en los montes de Santa Bárbara, la flora autóctona, hermosos lugares para la creación de áreas recreativas, atractivos itinerarios para rutas y paseos, etc. En resumen: hacer de Santa Bárbara un lugar más atractivo para vivir o visitar, y tratar así de frenar la creciente despoblación. Entre todos seguro que lo conseguiremos y os animo aquí y ahora a participar con nosotros en esta hermosa iniciativa.
Por tanto Santa Bárbara no está, ni mucho menos, muerta. Entre todos tenemos que lograr superar esta crisis, olvidar el pasado y subirnos al carro de los nuevos tiempos. Si no subimos ahora posiblemente ya no subamos nunca. Y así como las Fiestas del Pote son orgullo para todos y cada uno de nosotros y gozan de un reconocimiento y respeto indiscutible, debemos de conseguir que el Valle sea cuna de emprendedores que con iniciativa y valentía miren la crisis a los ojos y decirle que no nos resignamos y que lucharemos hasta conseguir recuperar el esplendor que tuvo esta zona, si no es con el carbón con otra cosa será. Y quizás un pregonero dentro de algunos años en estas mismas fiestas pueda hacer referencia a la crisis del carbón como un lejano problema que supimos resolver y se manifieste orgulloso de las nuevas expectativas y del futuro del Valle de Santa Bárbara.
Aunque reconozco que me costó arrancar, si me descuido un poco sigo aquí hasta la jira y no era esa mi intención. Además en el ambiente ya se respiran ganas de fiesta y de jolgorio, y eso no puede esperar. No os preocupéis que ahora mismo termino. Sólo quiero daros las gracias por haberme escuchado con respeto y atención. Supongo a alguno de vosotros os habrá gustado más y a otros menos, aunque espero que sean la mayoría los primeros. De todas formas gracias a todos.
Y ahora paso a cumplir la principal función que debe realizar todo pregonero que se precie: anunciar el inicio de las fiestas del Pote del año 2001, con el aliciente añadido de ser las primeras fiestas del milenio. Seguro que serán mejores que las del año anterior, aunque un poco peores que las del próximo. A partir de este preciso instante quedan apartadas y olvidadas todas nuestras preocupaciones cotidianas, por lo menos hasta el martes. Ahora sólo toca divertirse, bailar charlar con los amigos y familiares, tomar unos culetes o lo que se tercie y si hay que cantar pues se canta. Os deseo a todos unas felices fiestas de El Pote 2001 y como siempre y para siempre ¡Arriba El Pote!
Santa Bárbara, 24 de agosto de 2001